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La violencia contra la mujer se constituye en un grave problema de salud pública además de una vulneración a los derechos de las mujeres, cuando esta violencia va de la mano del VIH nos ponemos frente a otro problema, el creciente número de mujeres afectadas por la epidemia.

Más de un tercio de las mujeres en el mundo sufren violencia física o sexual, la cual representa un problema de salud pública, señalaba la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su informe referido a violencia de género el 2013, tres años después la situación no ha mejorado mucho.

Según ONU Mujeres, de los 25 países en los que se comete un mayor número de homicidios y agresiones a la mujer por cuestiones de género, 14 son latinoamericanos.

La Cepal, en octubre de este año, indicó que cada día 12 mujeres mueren en América Latina y el Caribe por el solo hecho de ser mujeres. Dentro de estos países los índices más altos, hasta el 2014, correspondían a Honduras, El Salvador, República Dominicana, seguidos de Argentina, Guatemala, Brasil y Colombia. Datos dolorosos y para nada alentadores, más aun sabiendo que los casos incrementan día a día y muchos ni siquiera llegan a ser registrados, quedándose impunes y en el anonimato.

Bajo estas cifras es que las mujeres latinoamericanas vivimos día a día; una de ellas es Claudia, una muchacha de 19 años, activista por los derechos humanos; “me gusta ayudar a las personas, ayudo a niños que tienen cáncer, informaba sobre el VIH a jóvenes de mi edad, también fui parte del movimiento sonrisas, ahora estoy formando parte del #NiUnaMenosBolivia. Me gusta hacer esas cosas”, comenta sonriente.

A su edad, Claudia sabe tomar una pruebas rápidas de VIH, sabe cómo usar correctamente el condón, conoce la Ley del VIH de Bolivia y la nutrición que debe tener una persona que vive con el virus; es una muchacha informada, gracias, según ella, a los trabajos prácticos que su profesora le pedía en el colegio, talleres de capacitación que tuvo con algunos grupos juveniles y sus búsquedas en internet.

“Una vez mi profesora nos hizo exponer sobre enfermedades venéreas y busqué en el internet, me llamó la atención y de ahí seguí buscando información del tema por mi cuenta –comenta Claudia a Corresponsales Clave y prosigue,- daba capacitaciones con mis amigos a colegios en Oruro sobre el VIH, pero mi mamá no me deja hacer más eso, me pide que me concentre en mi carrera”.

 Prevalencia del VIH en mujeres jóvenes

ONU Mujeres señala que a escala mundial, en el 2015 había alrededor de 17,8 millones de mujeres (de 15 años o más) que vivían con el VIH, lo que equivale al 51 por ciento del total de la población adulta que vive con este virus. Las jóvenes y las adolescentes de 15 a 24 años se ven particularmente afectadas por la infección.

Claudia está dentro de ese rango de edad, de mujeres jóvenes en mayor vulnerabilidad a la infección, pero, afortunadamente cuenta con información y puede evitar la trasmisión.

Para Irina Mendes, socióloga especialista en violencia de género, la diferencia entre una mujer joven con información y empoderada, y otra que no lo está, resulta siendo un punto importante que marca la diferencia al momento de evitar la transmisión. “Mientras más empoderada esté una mujer, sabrá tomar las decisiones adecuadas para ella, buscará información necesaria y sabrá sobretodo identificar una situación de violencia”, señala en una entrevista a Corresponsales Clave.

“Lamentablemente las situaciones de violencia entre parejas jóvenes son más frecuentes de lo que imaginamos, se dan varias formas de dominación masculina, existe la necesidad en los jóvenes de mostrar su hombría sobre todo ante su círculo social, es ahí cuando, entre otras cosas, se presiona a las mujeres a iniciarse sexualmente y a mantener una vida sexual activa; ante la presión y la desinformación, la negociación del condón no se da y el riesgo de una transmisión de alguna ITS está latente”, comenta.

Las mujeres jóvenes están al día con las nuevas tecnologías de comunicación, tienen acceso a información, a pesar de ello los índices de transmisiones del virus han aumentado, al respecto Medes señala que: “La información está ahí, pero la misma no es usada adecuadamente y en muchos casos ni siquiera consultada, para que esto sea posible es necesario alentar a los jóvenes a que accedan a información, el colegio es un lugar importante para que ello sea posible, el sistema educativo debe también hacer eco de las campañas mundiales que se están realizando contra la violencia a las mujeres y la trasmisión del VIH” .

Para evitar el avance del virus, se debe ver el problema desde una perspectiva de género, “de poco sirve invertir el tiempo en capacitaciones, distribución de preservativos, cuando hay una relación de poder o violencia de género presente en las relaciones de pareja, no se avanzará si las mujeres siguen evitando usar el preservativo que te regalaron en la capacitación por temor a que su pareja se moleste con ellas”, comenta.

A la vez nos aclara que un problema de salud pública surge cuando “existen métodos eficaces de prevención pero estos no están siendo utilizados de un modo adecuado por la comunidad evitándose así la morbilidad”.

Podemos evitar la violencia hacia las mujeres, pero no lo hacemos. Como sociedad en su conjunto no estamos haciendo mucho o estamos haciendo algo terriblemente mal para que tengamos cifras tan alarmantes de feminicidios, abuso sexual y para que los índices de mujeres jóvenes y adolescentes que viven con el VIH hayan incrementado.

Hoy 25 de Noviembre Día Internacional de la Violencia contra la Mujer, varias mujeres en el mundo saldremos a las calles gritando: #NiUnaMenos y #VivasNosQueremos, como consignas mediante las cuales exigimos respeto por nuestras vidas y derechos, pidiendo dejar de lado el sistema patriarcal caduco que tanto daño nos hace y mirar hacia un futuro inclusivo donde se respete la decisión sobre nuestros cuerpos y evitemos la feminización del VIH.

El texto es de Marlene Caero Herbas y se publicó como nota en la página de Facebook de Corresponsales Claves.

Fotos tomadas de Internet.